Space invaders u organismos foráneos

¿Qué es esa cosa que se asemeja a un alien pocho salido del mar y que hace un par de años podías encontrar en la pecera de un niño? Sí, esa cosa de apariencia dudosa cuyo nombre nunca supiste y que se conocía en el mundo llano como gamba dinosaurio o tortuguita colilarga. Lo tienes en la punta de la lengua, es… ¡el Triops longicaudatus!

Igual hace unos años estos juguetes (como el Triocefa o el Isla Jurásica) nos parecían lo más normal del mundo mundial, pero ahora te informamos de que ya no encontrarás esos juguetes en el catálogo del Juguettos. Catálogo que por supuesto nunca nos miramos todas las Navidades aunque estemos rozando la treintena, no. Para nada. «Esto estará descatalogado» pensarás. En efecto, pero no porque fueran un juego aburrido, que no lo eran, sino ¡porque son ilegales! Tirar los bichos por ahí puede tener nefastas consecuencias (práctica común entre los que se hartaban de los bichitos). Y, en caso de que no hayas visto Mars Attacks!, los aliens medio pochos se dedican a… ¡MATAR Y ANIQUILAR! Bueno, no, más bien a desplazar a otras especies Triops autóctonas. Aquella mascota fea y otrora legal, llegada en un dulce envoltorio de juguete científico, se ha convertido ahora en una…

Especie invasora

Especies invasoras malrolleras.

¿Pero qué es exactamente una especie invasora? Una especie invasora es una especie exótica, es decir, foránea (exótico hace referencia a algo extranjero y lejano, y no a algo tropical, como muchas veces decimos; hablemos con propiedad) que es endémica en ciertos lugares y que, cuando introducida en un nuevo nicho ecológico, se carga el ecosistema del lugar. Es el caso del Triops longicaudatus, propio de América, pero no de la península ibérica. Y, sin embargo, ahora está entre nosotros, aunque tú no los veas (mide entre 10 y 40 mm). En fin, las especies invasoras son agentes de cambio que amenazan la diversidad biológica nativa. Como veis, Mars attacks! es un canto a la pérdida de biodiversidad por especies invasoras. Aaaahmigo.

A parte de los Triops longicaudatus, hay otras especies (bastante más peligrosas) que igual te suenan más y que también son un problemón en nuestro terruño: los cangrejos americanos, los siluros, los mosquitos tigre, los mejillones cebra, las ranas toro, el picudo rojo, etc. (la lista completa, aquí); por no mencionar bacterias patógenas como Xylella fastidiosa, aka «el ébola de los olivos». Con ese nombre la verdad es que tampoco se esperaba benevolencia. En el caso de los mejillones cebra, además de reproducirse como si no hubiera un mañana donde no deben, son un riesgo para la maquinaria, las tuberías y los barcos. ¿Pero cómo así? ¿Os suena lo del biofouling? Si no te suena, aun estás a tiempo de leer cositas que escribimos acerca de él.

No vamos a negar que nos encantan los nombres comunes de muchas de estas especies, que disparan nuestra imaginación hacia cruces mitológicos imposibles (imagínate a un bivalvo con patas de cebra, qué maravilla). Sin embargo, todo este trasvase de especies deja el mundo un poco raro raro. Los Simpsons, el oráculo de nuestra generación, ya nos mostró cómo funcionaban las cosas con una invasión de ranas en Australia. Sin embargo, no sólo se trata de animalitos de dimensiones reducidas (bueno, los siluros tampoco tienen un tamaño tan reducido), si no que se lo comenten a esos hipopótamos en Colombia introducidos por Pablo Escobar y que ahora parece que están reemplazando a grandes hervíboros que ya vivían ahí antes. Locurote.

Biodiversidad at its finest

El problema de las especies invasoras junto a otros problemas recientes como la deforestación o el comercio de animales salvajes exóticos (EJEM, Tiger King) se ven reflejados en lugares como Madagascar, la quintaesencia de la biodiversidad hasta hace poco.

Así nos imaginamos el Mad Max de las especies invasoras: la rana-toro de Osborne poblará las carreteras, mientras que especies perdidas se preguntan el sentido de la vida mientras van hacia la próxima gasolinera porque el coche les ha dejado tirados y sin gasolina. Mientras tanto, los triops, attack.

¿Alguien nos explica el amor por comprarse un tigre, un mapache o un monete? A parte de montarte un zoo por amor al arte, claro, y contribuir a que en EEUU haya más tigres en cautividad que libres en el planeta (en serio, ¿qué infiernos?). Tener un animal exótico era, y hasta cierto punto sigue siendo, sinónimo de estatus y de buen gusto por algún tipo de extraña razón que nosotras no conocemos. Aunque oye, una buena anaconda da mucho caché y la puedes utilizar para hacer upcycling en tus zapatos. Ahí estaban el monete de Michael Jackson, o Currupipi, el tigre de Jesulín. No olvidemos que lo «exótico» depende de la latitud y de la longitud; igual en Japón, los tordos son símbolo de estatus y buen gusto. No lo sabemos, tampoco lo descartamos.

Ésta sí es una película con final abierto

Todo este rollo patatero viene a que la pérdida de la biodiversidad y el cambio climático representan esa pescadilla que se muerde la cola a más no poder. Desde el advenimiento de la agricultura y la ganadería, siempre ha habido intercambios entre especies, pero es que en los últimos 50 años, con el aumento del transporte y la globalización, al fin y al cabo (con sus cosas buenas y sus cosas malas) ha aumentado este ciclo siiiin fiiiin.

Una cosa lleva a la otra y al final no hay quien lo pare, pero eso no implica que los efectos no puedan ser mitigados. La Biotecnología y etimología más reflexiva (sí, nos tratamos como un ente a parte) llega a la conclusión de que se nos ha ido la mano como especie invasora, que también lo somos. El tráfico de especies exóticas, la deforestación, la pérdida de biodiversidad y demás calamidades que el cambio climático conlleva y provoca, son el desencadenante de enfermedades respiratorias, propagación de enfermedades tropicales y grandes pérdidas económicas, entre otros.

Esto nos deriva en enfermedades que están tristemente de moda: las llamadas enfermedades infecciosas emergentes, aquéllas totalmente nuevas o que ya existían, pero que se están ahora expandiendo rápidamente, llegando incluso a nuevas zonas geográficas. ¿Os suena a algo? De éstas, las que tienen una mayor incidencia en humanos son las zoonosis (esas enfermedades provocadas por vectores que saltan de animales a humanos; creemos que este concepto ya nos suena a todos: la COVID-19, el ébola, la enfermedad de Lyme, el VIH, etc.), la mayor amenaza infecciosa emergente en la salud del mundo mundial.

No es por ser catastrofistas; a los hechos nos remitimos. Pero, ¿se puede arreglar todo este estropicio mundial? Pues hombre, alguna enmienda se podrá hacer. ¿Se nos ha ido un poco la mano? ¿Nos hemos venido un poco arriba? Sí. Así, sin miramientos. Pero si al final todo son los diners, ¿no cuesta menos dinero arreglar progresivamente todos estos estropicios antes de que se gesten, que arreglar todas estas calamidades juntas? Algunos son imposibles de arreglar, todo sea dicho. Pero lo que sí que se puede hacer es evitar más. ¿Y con esto qué queremos decir? Que igual tenemos que dejar de ser tan comodones (nosotras incluidas, por supuesto), y éste es un momento como otro cualquiera para dejar de serlo. Queremos decir que igual deberíamos reflexionar dos o tres (o siete) veces antes de meternos un filete de ternera cada día entre pecho y espalda, que igual no necesitamos una camiseta nueva cada mes, que si adoptamos un animal nos tenemos que encargar de él (¿tienes idea de la amenaza a pajaritos en peligro de extinción que provoca un gato suelto? Mira el ejemplo de Canarias), que si nos podemos duchar con una pastilla de jabón, pues maravilloso, y que cuando vayamos a comprar nos fijemos en la procedencia de los productos. Con este último punto nos referimos, por ejemplo, a que compres naranjas cuando sea su tiempo, y no las compres venidas de Sudáfrica, que las puedes comprar de la costa mediterránea o de las orillas del Duero. En España, comprar este producto de proximidad es bastante más fácil que en otros países. Puede sonar loco, pero la experiencia nos avala: en España hay naranjas.

Éstos son sólo ejemplos, y por supuesto, el grueso del cambio depende de los gobiernos, que deberían multiplicar infinitamente más sus esfuerzos. De eso no tenemos ninguna duda, pero pasito a pasito, suave, suavesito, también podemos cambiar algo. Al menos nuestras conciencias.


Nota: Recomendamos este documental sobre especies invasoras en España si lo quieres flipar tanto como nosotras y como la gente que tiene mapaches en casa ➡ https://www.rtve.es/alacarta/videos/otros-documentales/otros-documentales-invasores-fauna-invasora/4566741

2 comentarios en “Space invaders u organismos foráneos

  1. Holi!

    Estoy de acuerdo. Conozco varios casos de especies invasoras en España como:

    1. En la Comunidad Valenciana hay un plan de erradicación de mapaches, ya que están destrozando los hábitats de todas las especies. Yo me muero de pena porque me encantan, pero es necesario.

    2. La cotorra de Kramer (que està por todas las ciudades…).

    3. Las tortuguitas de tierra que todo el mundo tenía y que, cuando se cansaban, las dejaban «libres». Luego la gente se marchaba a su casa pensando «oh, soy la persona más buena del mundo porque he liberado una tortuguita». Bueno esas tortugas han desplazado totalmente a las autoctonas.

    4. Y el mejor de todos: Caulerpa racemosa. Caulerpa racemosa es una fanerogama (planta verdadera, no alga) que vive en el mar. La fanerogama estrella del Mediterráneo es Posidonia oceanica, y es endémica (sólo existe aquí). Un día del acuario de Mónaco se les escapó por las tuberías (al lavar algo se ve) un trocito de dicha Caulerpa racemosa y ahora es una especie invasora del Mediterráneo, destruyendo a Posidonia.

    Besis

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